domingo, 3 de mayo de 2020

Esa última tarde en el parque

Aquella tarde volvía de estar de plantón ante la vieja puerta de una librería. No es fácil caminar cuando se han estado cerca de diez horas en un radio de quince metros para no perder ripio de lo que ocurría en su interior. Lo extraño es que no me descubriesen.
¿Extraño? Al cruzar el parque para acortar camino de casa vi que hacía tiempo que dos tipos hacían mi mismo recorrido. O bien tenían igual destino que yo, o bien, querían preguntarme algo.
Cuando tu mejor amigo te de una puñalada por la espalda...
tienes que desconfiar de su amistad (Les Luthiers)

Al ver que más bien parecía lo segundo, opté por hacer una parada técnica en el Savoy. Una buena escusa para tomar algo, y sobre todo, para reorganizar el camino a casa.
- Buenas Vince. No te esperaba- Dijo Joe con sorna. Esa sorna del que sabe que su abrevadero es parada fija para todos "los bueyes" del barrio.
- Buenas Joe. Ponme una buena pinta de esas que tienes bajo el mostrador. Necesito tiempo para pensar.
- Piensa, piensa... Por cierto, ¿te has enterado del último lío del alcalde? Parece que su lucha contra Marriot no está siendo tan legal como debería. Esta vez ha meado fuera del tiesto. Ni siquiera los favores que ha hecho a su suegro pueden esconderlo.
Yo pensé para mis adentros que era ley de vida. No es fácil sobrevivir a la descarga de seis cartuchos del 38. Y si encima te regalan una más del 42 en el pecho ya solo queda el recurso a los últimos sacramentos.
Y eso había hecho el alcalde utilizando pagando para ello a un grupo de su antiguo barrio. Sancini había pasado la frontera. Y eso nos traería consecuencias a todos. Espero que también a esos dos gorilas que me esperaban en la calle. Después de todo no me importaba mucho. Era una buena escusa para tomar otra pinta.
A la tercera me decidí a invitarlos. Salí al oscuro callejón y los llamé.
-¡Eh, tíos! ¿Os apetece una cerveza? Os tenéis que estar helando y yo no voy a salir en buen rato, así que si queréis charlamos aquí adentro.
Esos tipos duros me sorprendieron. Me dijeron que sí. Así que entramos los tres en el tugurio semi vacío que era ese invierno el Savoy y les invité a una pinta.
- ¿Qué queréis de mí? -les dije con esa valentía que da la cuarta pinta de la tarde. 
- Vince. Estás molestando mucho al alcalde. Sancini dice que no quiere mirones cerca del taller de su primo. Y has estado rondando esa zona mucho tiempo esta semana.
- ¿Yo? Si solo he estado controlando al librero. Su mujer piensa que se la está pegando con otra y me ha pagado cien pavos por una fotos. Pero el tipo es de misa y comunión diaria. Así que como no os saque las fotos a vosotros no sé qué voy a cobrar.
Pero en el fondo sí lo sabía. Parecía que sin querer me estaba acercando a algo más importante. 

Lástima que muchas veces tanto arroz sea mucho para este pollo.